En el pinar de La Barranca, además de las setas comentadas en el post anterior, también encontramos ejemplares de las setas más deseadas (dentro del ambiente gastronómico, claro), me refiero a los Boletus y los Níscalos. Tanto los unos como los otros son bastante fáciles de identificar por sus características particulares: poros en el caso de los Boletus y látex en el caso de los Níscalos.
Boletus: De sombrero marrón oscuro y consistencia carnosa, tiene poros, formando una especia de esponja de color amarillo anaranjado. La esporada es ocre en la mayoría de los casos. Pie consistente y fibroso con anillo (o antes velo cubriendo la esponja). A la hora de prepararlos hay que quitar la parte de los poros, pues lo que se come es la carne.
Níscalos: se suelen encontrar en pinares por lo que no es de extrañar haberlos recogido por aquí. Pertenecen al género Lactarius, que hace referencia a la "leche" que sueltan, al látex. Guardan cierto parecido con las Russulas en cuanto a la consistencia granulosa de su carne, pero se diferencian de ellas además de por el látex por el típico color naranja del sombrero y las láminas. Muy rápidamente empiezan a adquirir una tonalidad verdosa, bastante llamativo, más bien verde brillante, que en absoluto indicia que estén pasadas o malas, de hecho en los mercados se ven siempre así.
lunes, 30 de diciembre de 2013
viernes, 6 de diciembre de 2013
Setas en el pinar de La Barranca
Hace un par de días salimos a dar una vuelta por el Pinar de La Barranca (Navacerrada) en busca de más setas que mostrar por aqui y disfrutar de un día soleado en un lugar especial y muy accesible, atractivo tanto para quien quiera dar un paseito sin hacer grandes esfuerzos hasta para quien realmente este decidido a echar todo el día dando saltos y trepando como una cabra. Desde aquí podemos llegar al pico de La Maliciosa.
Encontramos muchas setas algunas de ellas comestibles como los Níscalos y los Boletus, otras tóxicas como las Amanitas muscaria y los Entolomas. Dedico esta entrada a aquellas que más llamaron mi atención y que más frecuetemente podemos encontrar en este pinar.
La primera que encontramos fue esta vieja Amanita muscaria, también conocida como Amanita mata moscas o seta de los enanitos. Estas Amanitas son muy fáciles de identificar incluso para quienes no gustan de salir a por setas ni tienen curiosidad por este mundillo. Sin embargo, no siempre tienen este aspecto tan caracteristico, en ocasiones podemos encontrarlas sin las típicas motas blancas en el sombrero, que no son más que restos de la ------- que la envolvía. Para identificar bien estas setas hay que fijarse en el pie, que tiene volva y anillo bien visible. Las láminas son generalmente libres y blancas.
Como es bien conocido por todos, las Amanitas son venenosas. La toxicidad de la Amanita muscaria es de tipo colinérgico, es decir, que cursa con vómitos, diarreas, hipersecrección salivar, sudor, etc. Afortunadamente, las características de esta seta hacen infrecuente las intoxicaciones accidentales. Las intoxicaciones por Amanita phalloides, que tiene el sombrero verde, son más habituales.
Una de las setas más abundantes de esta zona es la Russula. Estas setas son muy fáciles de identificar: no tienen velo ni restos del mismo (no tienen anillo) y tienen consistencia granulosa, es decir, que al partirlas suenan como si partiéramos una tiza y a la vista no se ven fibras ni nada que pudiera parecerse a fibras.
Sólo podemos encontrarnos dos géneros de setas con estas dos características, las Russulas y las Lactarius (Níscalos). Se diferencian en que las Russulas no sueltan látex al partirlas a diferencia de las Lactarius. Además los variados colores de los sombreros de las Russulas son de más vivos aunque se decoloran con mucha facilidad.
Las Russulas tienen láminas adherentes o libres, los bordes del sombrero son lobulados y muchas de ellas huelen a menta.
Para saber si la Russula que hemos encontrado es comestible podemos hacer la siguiente prueba específica para Russulas. Si al meternos un pequeño trozo del sombrero en la boca notamos picor o escozor debemos despreciarla, el resto son comestibles. Esto SÓLO lo podemos hacer con las Russulas por lo que hay que estar seguro de haberla identificado correctamente.
Otra seta muy característica es el Tricholoma equestre o seta de los caballeros, llamada así porque antes sólo tenían derecho a comerla los señores feudales.
Esta es otra seta de sencilla identificación debido al tono amarillo azufre de las láminas. El sombrero, de 5 a 10cm de diámetro, es mamelonado y con el margen incurvado. La carne es blanquecina y el pie es más pálido que el sombrero.
Por estas características puede darse la confusión con Tricholema sulfureum aunque el olor fuerte y desagradable a gas de esta última alerta claramente sobre su malas características.
El Entoloma rhodopolium es, como todos los Entolomas, tóxico. Se caracterizan por tener el pie y el sombrero no separables, el sombrero gris ocráceo y las láminas blanquecinas y escotadas. Sombrero de tacto húmedo y algo mamelonado. El pie se caracteriza por ser hueco en la vejez y presentar fibras longitudinales visibles.
domingo, 24 de noviembre de 2013
Primeras nieves
No es poco habitual que nos pille desprevenidos la caída de las primeras nieves otoñales y este año, para mantener la tradición, así ha sido. No sólo nos sorprende a nosotros, también a la mayoría de nuestras plantas que ahora empiezan a enfrentarse al frio de verdad. Una helada fuerte puede acabar con cualquiera de ellas y hay que intentar evitar los daños que el invierno puede hacer a nuestras flores.
Los geranios no toleran bien las temperaturas bajas y menos aún la nieve encima así que cuando por la mañana nos los encontramos cubiertos de nieve entendimos que era hora de meterlos en el garaje, de donde nos saldrán hasta que termine la época de heladas, al final del invierno. Antes de ello les retiramos toda la nieve para evitar que el frío les queme las hojas. Esta claro que esto lo podemos hacer con los geranios que dejamos en macetas; aquellos que plantamos directamente en el jardín lo van a tener más difícil. Cuanto más resguardados del frio, nieve y viento estén, más probabilidad hay de que sobrevivan al invierno. Por eso, cuando plantamos los geranios en el jardín intentamos dejar la mayoría de ellos cerca de otras plantas más grandes que ya en verano las protegían del exceso de sol y ahora van a actuar de escudo o pantalla del viento y la nieve. Otra opción es poner una bolsa de plástico transparente envolviéndolos. Los geranios que tenemos en las jardineras de la terraza, al estar más resguardados del viento y a cubierto de la nieve, mantiene aún grandes y hermosos racimos de flores.
Desde finales del verano las petunias han ido apagándose, echando ramas delgadas, con pocas hojas, perdiendo otras hojas o secándose por partes. Como nuestro cultivo de petunias nos dio petunias durante mucho tiempo teníamos desde petunias que se habían hecho grandes en primavera hasta otras que empezaron a brotar casi al final del verano. Nosotros lo que hacemos para mantenerlas bonitas es ir retirando las ramas secas que se ponen feas y las que empiezan a alargarse demasiado. También les hemos ido retirando masa vegetal a muchas de ellas, pues las hace más vulnerables al frio.
Otras que aún mantiene las flores y que no parecen estar sufriendo mucho con la bajada de las temperaturas son las clavelinas. Estas plantas son muy resistentes y mantiene las flores durante mucho tiempo. Esta bien ir retirándoles las flores secas y hay que controlar que no desarrollen demasiada masa vegetal por lo que hay que podarlas de vez en cuando.
El que en este momento del año deslumbra a todos es el acebo, que desde finales de verano ha ido tiñendo sus frutos (drupas) hasta alcanzar en estos momentos un rojo intenso y brillante espectacular. El acebo es un arbusto dioico (los hay macho y los hay hembra) y en nuestro caso se trata de una hembra (por eso da frutos).
En cualquier caso, las temperaturas invernales ya han llegado y no se irán hasta dentro de muchos meses.
miércoles, 6 de noviembre de 2013
Cuándo plantar tulipanes
Para que los tulipanes broten y florezcan requieren pasar por un periodo de frío. Lo podemos hacer plantando los bulbos en el jardín a finales de otoño o principios del invierno (en el hemisferio norte entre finales de octubre y diciembre) o dejándolos durante algunas semanas en la nevera para después plantarlos en el jardín o en una jardinera. Ya que los inviernos en la sierra de Madrid son lo bastante fríos hemos decidido, como cada año, ponerlos en el jardín.
Es muy fácil, sólo hay que tener en cuenta un par de cosillas:
- Plantar los bulbos con la orientación adecuada, esto es con la parte más estrecha, por la que saldrá el tallo, hacia arriba.
- Abonar la tierra donde plantamos los bulbos, ya que los tulipanes absorben bastantes nutrientes.
- No aplastar demasiado la tierra. No se trata de una planta que acabamos de trasplantar sino de un bulbo que debe abrirse camino a la superficie.
Esta hoja suelta pertenece a un tulipán joven y pequeño que no va a desarrollar flor (primavera) |
Cuando recogimos los bulbos de los tulipanes el verano pasado, vimos como de algunos bulbos podíamos separar con facilidad otros bulbos considerablemente más pequeños, "bulbos hijos". Estos bulbos no van a dar lugar a grandes, fuertes y floridos tulipanes ya que no tienen capacidad para desarrollarlos, sin embargo, y para que en primaveras posteriores sí que puedan florecer debemos plantarlos también ahora. No van a convertirse en bulbos grandes y gordos estando fuera de la tierra. En la próxima primavera algunos de estos bulbos "hijos" no van ni a germinar y algunos otros van a dar una o incluso dos hojas pero no una espiga de la que salga una flor. Hay que tener en cuenta esto si no queremos que aparezcan hojas de tulipán sin flor sueltas en nuestro jardín, por lo que lo más aconsejable es poner estos bulbos bastante cerca de otros que ya sean lo suficientemente grandes como para desarrollar un tulipán.
domingo, 3 de noviembre de 2013
Stropharia coronilla
En una pradera y casi sin levantar dos dedos del suelo nos encontramos estas setas tan atractivas a la vista, dignas de ser portada de cualquier libro sobre setas pues es poco más o menos lo que todos tenemos en mente cuando pensamos en una seta, y nos pusimos "manos a la obra" en su identificación.
Para empezar, lo primero que nos llama la atención es que no tienen volva (recordar que si queremos identificar una seta es necesario determinar si ésta tiene volva y para ello es fundamental sacarla escarbando en el suelo y no cortándola con la navaja, dejando esta última forma de extracción para aquellas setas que seamos capaces de identificar sin problemas) pero si que tiene anillo; un anillo muy adornado, como con unos arcos violáceos justo por encima del anillo, bastante bonito. También vemos que, como casi todas las setas, tiene láminas, en este caso de color gris pardusco. Del pie podemos decir que es en ambas setas corto y fibroso.
Por la forma del sombrero desplegado, perpendicular al pie, y por la presencia del anillo (es decir, que ya se ha desprendido el velo que cubría las láminas) podemos asegurar que estas setas ya han madurado.
Tomamos nuestra guía de identificación de setas y seguimos la clave: setas con láminas, sin volva y con anillo. Llegamos al temido momento de identificar la coloración de las esporas. En este caso, sin embargo, resulta bastante rápido y fácil, son esporas de color oscuro, más bien caqui o café.
A partir de aquí nos tenemos que fijar más en detalle en las características de nuestra seta. Las láminas son un poco sinuosas, es decir, que no acaban tocando el pie en un ángulo de 90º si no que justo antes de llegar al pie se hunden un poco hacia el sombrero. Podemos ayudarnos de una lupa para asegurarnos de que las láminas acaban en el pie del sombrero y no son libres (en el caso de que no llegaran a tocar el sombrero).
También vemos que el sombrero no tiene mamelón (no acaba con un abultamiento en el centro como una punta) sino que es casi liso. El tacto del sombrero es, en una de nuestras setas más bien húmedo y pruinoso (resbaladizo) pero en la otra, sin embargo, es todo lo contrario, seco. El tacto del sombrero depende mucho de la zona donde hemos recogido la seta, si estaba protegida de la lluvia o le caía encima.
Seguimos todas las indicaciones, descartamos con paciencia otras setas y finalmente llegamos a la conclusión de que se trata de dos ejemplares de Stropharia coronilla. Muy bonita, pero no es buena comestible.
Para empezar, lo primero que nos llama la atención es que no tienen volva (recordar que si queremos identificar una seta es necesario determinar si ésta tiene volva y para ello es fundamental sacarla escarbando en el suelo y no cortándola con la navaja, dejando esta última forma de extracción para aquellas setas que seamos capaces de identificar sin problemas) pero si que tiene anillo; un anillo muy adornado, como con unos arcos violáceos justo por encima del anillo, bastante bonito. También vemos que, como casi todas las setas, tiene láminas, en este caso de color gris pardusco. Del pie podemos decir que es en ambas setas corto y fibroso.
Por la forma del sombrero desplegado, perpendicular al pie, y por la presencia del anillo (es decir, que ya se ha desprendido el velo que cubría las láminas) podemos asegurar que estas setas ya han madurado.
Tomamos nuestra guía de identificación de setas y seguimos la clave: setas con láminas, sin volva y con anillo. Llegamos al temido momento de identificar la coloración de las esporas. En este caso, sin embargo, resulta bastante rápido y fácil, son esporas de color oscuro, más bien caqui o café.
A partir de aquí nos tenemos que fijar más en detalle en las características de nuestra seta. Las láminas son un poco sinuosas, es decir, que no acaban tocando el pie en un ángulo de 90º si no que justo antes de llegar al pie se hunden un poco hacia el sombrero. Podemos ayudarnos de una lupa para asegurarnos de que las láminas acaban en el pie del sombrero y no son libres (en el caso de que no llegaran a tocar el sombrero).
También vemos que el sombrero no tiene mamelón (no acaba con un abultamiento en el centro como una punta) sino que es casi liso. El tacto del sombrero es, en una de nuestras setas más bien húmedo y pruinoso (resbaladizo) pero en la otra, sin embargo, es todo lo contrario, seco. El tacto del sombrero depende mucho de la zona donde hemos recogido la seta, si estaba protegida de la lluvia o le caía encima.
Seguimos todas las indicaciones, descartamos con paciencia otras setas y finalmente llegamos a la conclusión de que se trata de dos ejemplares de Stropharia coronilla. Muy bonita, pero no es buena comestible.
domingo, 27 de octubre de 2013
Casi champiñones
De nuevo han salido más setas en nuestro jardín, en esta ocasión de la misma familia que los Champiñones, la familia Agaricus. Aunque no es la misma que podemos encontrar en los supermercados (Agaricus bisporus) también es comestible. Las hemos identificado de la siguiente manera y gracias a la clave micológica.
Para empezar sacamos la seta del suelo sin cortarla con navaja sino tirando levemente de ella al mismo tiempo que giramos el pie de la seta sobre sí mismo como si lo enrolláramos. Así conseguimos sacarla entera y observar que no tiene volva (el pie es casi cilíndrico y liso, no tiene un abultamiento notable en la parte más baja). El pie de nuestra seta es esbelto, algo más grueso en la parte baja y de color blanco.
Giramos la seta para ver si tiene láminas y para nuestra sorpresa no las vemos, pero tampoco vemos los típicos poros a modo de esponja de los Boletus. Por tanto decidimos separa el sombrero del pie y después con cuidado tiramos un poco de ese velo que está colgando del sombrero y que cubre la zona donde esperamos ver las láminas.
Exactamente debajo del velo encontramos láminas de color blanco crema. El velo que le hemos quitado a la seta es lo que más adelante se desprendería y quedaría colgando en forma de anillo entorno al pie de la seta. La función del velo es la de proteger a las láminas cuando todavía la seta no ha madurado. Hay que procurar recoger las setas cuando han madurado ya que las claves micológicas están diseñadas para identificar setas maduras y si las recogemos antes de tiempo es más fácil confundirnos en la identificación. Por ejemplo en este caso podíamos pensar que la seta no tiene anillo, pues no lo vemos. Hay que diferenciar entre el velo, que como ya hemos dicho cubre las láminas; de la cortina, que cubre la totalidad de la seta hasta el pie y la envuelve.
Por tanto hasta ahora sabemos que esta seta no tiene volva ni cortina pero si tiene velo, es decir, que si que tendrá anillo. Seguimos nuestra clave y llegamos al punto en el que necesitamos conocer el color de las esporas. Para ello dejamos la seta sobre una cartulina con las láminas hacia abajo. A veces, no en este caso, es difícil observar las esporas aun dejándola bastante tiempo en esta posición o incluso metiendo el pie en un vaso de agua tibia. Suele ocurrir en setas viejas. En estos casos podemos saltarnos este paso de la clave e ir comparando todas las posibles opciones de familias de setas que aparecen en el paso siguiente, es decir, buscaríamos las familias de setas a las que nos lleva la clave si nuestra seta tuviera las esporas blancas y comprobaríamos si encaja con nuestra seta y haríamos exactamentelo mismo con las opciones que aparecen si las esporas fueran negras, ocre o pardo-violáceas.
En nuestro caso las esporas son de una tonalidad parda. A veces es difícil diferenciar entre el pardo y el ocre y entonces está bien comprobar ambas opciones a las que nos lleva la clave. Seguimos la clave a partir de las esporas pardo-violáceas. Toca ahora diferenciar en función de las láminas. En nuestro caso las láminas son libres, no están adheridas unas a otras. En concreto, las láminas de la seta que ahora nos ocupa son blanquecinas, cortas, numerosas y libres, pues podemos pasar los dedos sobre ellas y separa unas de otras como si de un cepillo se tratara.
Llegamos a la conclusión de que nuestra seta pertenece a la familia Agaricus. Pasamos a la sección del libro dedicada a dicha familia y vamos comparando nuestra seta con las que en el libro se describen. Al raspar el sombrero de nuestra seta aparece en la zona raspada un color amarillo limón no demasiado intenso. Hay que evitar la confusión con Agaricus xanthodermus, que es tóxica y que también se tiñe de amarillo al raspar aunque de forma mucho más rápida e intensa y además huele mal. Nuestra seta es Agaricus arvensis, que suele crecer en jardines, praderas y bordes de caminos.
lunes, 14 de octubre de 2013
Setas en el jardín e identificación: Leucopaxillus
El otoño es la estación micológica por excelencia y como todos los años en nuestro jardín ya han empezado a salir algunos ejemplares. Como regla general, las setas salen de dos a tres semanas después de un periodo de varios días de lluvias intensas. El ambiente húmedo es el factor determinante para que empiecen a brotar.
Por curiosidad y por afición decidimos identificarlas y para ello utilizamos un par de libros de referencia que cuentan con su consiguiente clave de identificación.
En esta entrada voy a indicar cómo utilizar una clave para la identificación de setas. Normalmente están diseñadas para que podamos hacernos una idea bastante aproximada del tipo de seta que tenemos entre manos contando sólo con la información que podemos obtener de la mera observación del ejemplar, sin necesidad de recurrir a reacciones químicas de identificación. En cualquier caso, cabe destacar que no podemos identificar una seta con exactitud solamente con esta información y que por tanto no hay que arriesgarse a ingerir ninguna seta que no sepamos identificar con seguridad, es decir, cómete sólo aquello que puedas identificar sin necesidad de recurrir a una clave, que sea habitual en tu zona y que sea conocida por bastante gente.
Para empezar, de nuestra seta podemos decir que es de color blanco crema, que el diámetro del sombrero puede alcanzar unos 20cm y que según va creciendo va adquiriendo forma algo infundibuliforme (parecido a un embudo pero no muy marcado). Con esto descartamos todas las setas de otros colores y las pequeñas ¡y aún no la hemos quitado del suelo!.
Una vez levantada, observamos que el pie es más bien ancho, que no tiene volva (que no tiene forma rábano, que no está abultado en la zona más baja), que carece tanto de anillo como de cortina o restos de ella y que tiene aspecto fibroso (se ven como unas fibrillas, paralelas entre sí, o también podemos decir que no es granulosa, que no tiene aspecto de tiza). Después le damos la vuelta y vemos que tiene laminillas, también de color blanco crema. Si nos fijamos un poco más podemos ver que las laminillas son algo decurrentes (es decir, que partiendo desde el pie y dirigiéndonos hacia los extremos algunas láminas se dividen en dos de tal forma que el número de láminas que llegan a la parte más externa o alejada del pie es mayor que el número de láminas que salen de pie).
Llegamos al momento más interesante y quizás el más complicado: determinar la coloración de las esporas. No podemos caer en el error de considerar que las motitas marrones que vemos entre las láminas son esporas pues en la mayoría de los casos no son más que tierra. Para conocer el color de las esporas hay que colocar la seta sobre una cartulina, o mejor sobre dos, una blanca y la otra negra de tal forma que la mitad de la seta esté sobre la cartulina negra y la otra mitad sobre la blanca, de forma natural, es decir, con las láminas hacia abajo. Esperamos una hora aproximadamente y podremos ver la coloración de la esporada por el contraste que crean los grupitos de esporas con el color de la cartulina. Las nuestras, en este caso, son de color blanco cremoso.
Con toda esta información y siguiendo las indicaciones de la clave llegamos a un grupo de setas de entre las que tendremos que elegir leyendo las características de cada una de ellas y comparándolas con nuestra seta.
Nosotros hemos llegado a la conclusión de que estas setas son ejemplares del género Leucopaxillus, que quiere decir "bastoncillo blanquecino" y que por regla general es comestible aunque no de muy buena calidad. Si entramos en más detalle la verdad es que dudamos entre Leucopaxillus candidus y Leucopaxillus lepistoides.
Un dato curioso sobres las Leucopaxillus; desprenden cierta sustancia capaz de quemar la hierba que las rodea y que además posee propiedades antituberculosas. Nunca se llegó a emplear en el tratamiento de la tuberculosis porque al mismo tiempo se obtuvo un antibiótico mucho más eficaz, la estreptomicina.
Más setas en el jardín:
Agaricus
Stropharia coronilla
Lepista nuda
Y setas en el Pinar de La Barranca:
Russula
Tricholoma
Amanita
Boletus
Lactarius
Calvatia
Entoloma
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