Como decía, se trata de una planta muy agradecida, económica y fácil de cuidar. No requiere riegos abundantes y soporta pasar un par de días sin riego sin ver mermado su aspecto. Si cometemos el error de regarla en exceso la planta crecerá más rápidamente de lo que debería, de forma poco compacta y nada vistosa. Aunque prefiere los lugares frescos (si la tienes en casa no la dejes junto al radiador) no sufre con los calores estivales (aquí llegamos a los 30ºC en las horas centrales del día aunque la tenemos situada en una zona en la que corre la brisa). En nuestro caso, el problema es el invierno, pues el Cóleo no sobrevive a las heladas. Entonces hay que resguardarla dentro de casa. En lugares donde los inviernos son menos fríos, pueden permanecer en el jardín siempre que se las pode y deje reducidas a un par de tallos cortos.
Su reproducción por esquejes es de lo más fácil que hay y el éxito está asegurado. De un Cóleo tomamos un tallo no demasiado largo, como de 15cm, y lo sumergimos en un bote con agua. Lo dejamos en un lugar en sombra hasta que veamos que de la parte inferior del tallo salen como unos pelillos. Esto suele llevar entre cuatro días y una semana y media. Una vez hayamos detectado los pelillos podemos plantarla en una maceta. En una semana habrá crecido considerablemente y en un mes tendremos un Cóleo bien hermoso.
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