Hay una gran variedad de narcisos ornamentales y todos ellos
dan unas flores de color entre blanco y amarillo más o menos intenso. Estos
nuestros son los más típicos y fáciles de encontrar en cualquier vivero y sus
flores son preciosas como podéis apreciar. Los narcisos dan flores solitarias
por lo que conviene plantar varios bulbos en una misma zona y crear así un macizo
de narcisos o una hilera. Es bastante habitual que el tallo se doble un poco
con el peso de la flor y la única forma de evitarlo es poner una guía junto al
tallo y sujetarlo a él.
No son nada exigentes, no necesitan cuidados especiales, ni
riegos abundantes y soportan tanto el
sol como la semisombra sin ningún problema por lo que no hay que dedicar mucho
tiempo a pensar donde ponerlos. Lo único que hay que tener en cuenta es que
duran poco tiempo; en un par de meses han crecido, florecido y marchitado y el
resto del tiempo la zona que ocupan va a estar vacía. Por lo general, las
plantas con bulbos absorben muchos nutrientes del suelo y esto puede hacer
difícil que compartan el terreno con otras plantas, sin embargo el narciso no
suele presentar este problema y coexiste fácilmente con plantas aromáticas,
arbustos, rosales, etc. Además no es necesario sacar los bulbos cada año para
guardarlos fuera de la tierra.
Como curiosidad quiero comentar que los narcisos contienen
fundamentalmente en el bulbo pero también en los tallos, hojas y flores,
alcaloides de la galantamina que actúan como inhibidores selectivos y
reversibles de la acetilcolinesterasa, enzima encargada de la degradación de la
acetilcolina. La acetilcolina es un neurotransmisor deficitario en la
enfermedad de Alzheimer. En la actualidad existen preparados comerciales de alcaloides de galantamina empleados en el tratamiento de las fases inciales y
leves del Alzheimer, con los que los pacientes consigue una mejora a nivel cognitivo.
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