Si como tierra de maceta utilizamos sólo el compost que venden en los
viveros y tiendas de jardinería, la maceta irá perdiendo el sustrato hasta
quedarse prácticamente vacía y además notaremos que el agua que echamos se
escurre casi en su totalidad y al poco tiempo la tierra vuelve a parecer seca. Si
utilizamos turba, que también se vende en los viveros como sustrato para
macetas, se formará una masa compacta y dura que acumula mucha humedad en su
interior aunque en su superficie parece seca, incitando a regar la maceta con
más frecuencia hasta que la planta acabe pudriéndose.
Por eso nosotros lo que hacemos es mezclar tierras de
distintas características con el compost comercial. Tampoco nos complicamos
demasiado la vida buscando en los viveros diferentes sustratos sino que vamos
tirando de lo que tenemos más a mano. Es
cierto que cada planta tiene unos requerimientos especiales y no se puede decir
que exista una tierra perfecta para todas ellas, sino que hay que informarse de
las preferencias de cada planta para modificar las proporciones en la mezcla de
tierra. Por ejemplo, los rosales necesitan una base más arcillosa que retenga
más agua.
Primero hemos tomado tierra con mucha materia orgánica bien
descompuesta o tierra vegetal (tierra negra), es decir, tierra que se encuentra en el bosque o debajo de los árboles en las zonas que no son
trabajadas, en las que se acumula la materia orgánica y se descompone con el
paso del tiempo. Por otro lado hemos recogido tierra con arcilla que retendrá
muy bien el agua y arena gruesa que facilitará el drenaje. Las hemos mezclado
bien las dos tierras a partes iguales retirando las piedras, raíces, hojas, etc. Finalmente la
hemos mezclado con otra parte de compost comercial que contiene microcápsulas
de abono de liberación controlada para no tener que abonar tan a menudo.
Otra opción, si ya teníamos tierra de macetas de
ocasiones anteriores, es sacarla y mezclarla con compost para compensar la
pérdida de nutrientes que sufre la tierra al albergar plantas.
Podemos perfeccionar la elección de tierra según la planta
que queremos plantar y sus requerimientos de pH, humedad, nutrientes, etc. Es un
trabajo bastante laborioso y la verdad es que salvo algunas excepciones,
podemos conseguir que nuestras plantas crezcan bien utilizando los recursos que
tenemos más mano.
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